Me dejas,
mis labios ya son tierra seca,
desierto de dunas que crecen
y nos separan.
Sensaciones de viejo invierno,
de frÍo recogimiento, de soledad tardía
y traicionera
No importa por quien o por que,
al final de esta noche me abrazará tu ausencia,
mientras otros amores nacen,
este muere.
Ese continuo nacer y morir que nos marca un destino
que no hemos previsto. El presente, es como ese
portazo
que se siente en la espalda cuando una puerta se
cierra
violentamente.
Mi ventana se cubrirá de soledad a las 7 de la tarde,
no estaré esperando que aparezca tu figura
al doblar la esquina,
justo a las 7 de la tarde.
Este destino que comienza sin ti
me visita sin fuerzas.
Te imaginare dudosa, aunque sepa que no lo estas,
necesitaré ese rayo de esperanza, esa imposible
posibilidad de que al despertar, estés a mi lado
con las sabanas abrazándonos y apartándonos
de lo que nos rodea.
II
Ha pasado un mes sin ella, es domingo
y como todos los días me levanto pronto;
desde entonces intento acortar las noches,
es la forma de liberarme de la maldita soledad y el
desánimo.
El mar se cubre de barcos, salen del puerto uno tras
otro,
el viento arrastra los veleros hacia la mar
alta,
es una bonita imagen pero no puedo disfrutarla,
un halo de desesperanza me tiene atado,
estoy atrapado en el desánimo, en la lucha por
superarlo.
Echo en falta su mano en la mía y su sonrisa
arropándome.
Algo llamó mi atención en uno de los barcos,
esa figura de mujer,
esa forma de mover los brazos cuando habla
¡Es ella!,
pensé mientras sentía un frio inquieto que me recorría
el cuerpo.
No la había vuelto a ver;
me daba miedo y alegría saber de ella.
Me fijé con más detenimiento, ¿sería mi imaginación,
mis ganas de volver a verla?
la imaginación muchas veces juega con el deseo
y lo convierte en irrealidad.
Agucé la vista, el barco pasaba más cerca de donde yo
estaba,
una mano rodeaba su cintura y ella reía gozosa;
se la notaba feliz, desenfadada, disfrutando el
momento;
parecía que en su vida el sol salía con fuerza,
mientras que en la mía
el sol de había ido con ella.
Una sensación me asaltó; no sabía si esa imagen
mataría mis dudas,
obligándome a admitir la realidad, o sería una razón
más para atormentarme.
Me sentía como si mi vida estuviera en medio de una
tormenta,
un vendaval que me zarandeaba como
una hoja arrancada de la rama en plena
primavera.
Ahora solo me quedaba luchar por conseguir mi propia
estabilidad emocional,
los hechos estaban consumados,
la había perdido para siempre.
III
No hay nada peor que la duda;
te cierra toda posibilidad de luchar contra
algo.
Cuando la duda se convierte en certeza,
una ventana se abre ante ti; ya sabes que puedes
quedarte y seguir mirando
a ver si por la esquina vuelve a aparecer la persona
que esperas,
o te decides a cerrarla para siempre.
La cobardía al enfrentarnos a un problema es
demoledora;
es como esa bola de nieve que si nadie la detiene, se
hace tan grande
que corremos el peligro de ser arroyados por ella.
Alguien me dijo una vez:
“Cuando tengo un problema pienso como será ese
problema dentro de un año”
y la experiencia le había enseñado que una vez
transcurrido ese tiempo,
el problema había desaparecido o perdido toda su
importancia,
solo por el paso del tiempo.
Pensaré que ya ha transcurrido ese año.
Y no cerrare la ventana, seguiré mirando, porque
ahora estoy convencido que cualquier día
por esa esquina aparecerá una figura que yo estaré
esperando.
El amor muere y nace cada día.
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