jueves, 11 de febrero de 2016

LA VENTANA


Me dejas,  
mis labios ya son tierra seca,
desierto de dunas que crecen
y nos separan.
Sensaciones de viejo invierno,
de frÍo recogimiento, de soledad tardía
y traicionera

No importa por quien o por que,
al final de esta noche me abrazará tu ausencia,
mientras otros amores nacen,
este muere.
Ese continuo nacer y morir que nos marca un destino
que no hemos previsto. El presente, es como ese portazo
que se siente en la espalda cuando una puerta se cierra 
violentamente.
Mi ventana se cubrirá de soledad a las 7 de la tarde,
no estaré esperando que aparezca tu figura
al doblar la esquina,
justo a las 7 de la tarde.
Este destino que comienza sin ti
me visita sin fuerzas.
Te imaginare dudosa, aunque sepa que no lo estas,
necesitaré ese rayo de esperanza, esa imposible
posibilidad de que al despertar, estés a mi lado
con las sabanas abrazándonos y apartándonos 
de lo que nos rodea.

                                              II

Ha pasado un mes sin ella, es domingo 
y como todos los días me levanto pronto; 
desde entonces intento acortar las noches,  
es la forma de liberarme de la maldita soledad y el desánimo.
El mar se cubre de barcos, salen del puerto uno tras otro,
el viento arrastra los veleros hacia la mar alta, 
es una bonita imagen pero no puedo disfrutarla, 
un halo de desesperanza me tiene atado,
estoy atrapado en el desánimo, en la lucha por superarlo. 
Echo en falta su mano en la mía y su sonrisa arropándome.

Algo llamó mi atención en uno de los barcos, 
esa figura de mujer, 
esa forma de mover los brazos cuando habla
¡Es ella!, 
pensé mientras sentía un frio inquieto que me recorría el cuerpo.
No la había vuelto a ver; 
me daba miedo y alegría saber de ella.
Me fijé con más detenimiento, ¿sería mi imaginación,
mis ganas de volver a verla?
la imaginación muchas veces juega con el deseo 
y lo convierte en irrealidad.
Agucé la vista, el barco pasaba más cerca de donde yo estaba,
una mano rodeaba su cintura y ella reía gozosa;
se la notaba feliz, desenfadada, disfrutando el momento;
parecía que en su vida el sol salía con fuerza, mientras que en la mía
el sol de había ido con ella.
Una sensación me asaltó; no sabía si esa imagen mataría mis dudas, 
obligándome a admitir la realidad, o sería una razón más para atormentarme.
Me sentía como si mi vida estuviera en medio de una tormenta, 
un vendaval que me zarandeaba como 
una hoja arrancada de la rama en plena primavera. 
Ahora solo me quedaba luchar por conseguir mi propia estabilidad emocional,
los hechos estaban consumados, 
la había perdido para siempre.


                                               III

No hay nada peor que la duda; 
te cierra toda posibilidad de luchar contra algo. 
Cuando la duda se convierte en certeza, 
una ventana se abre ante ti; ya sabes que puedes quedarte y seguir mirando 
a ver si por la esquina vuelve a aparecer la persona que esperas,
o te decides a cerrarla para siempre.
La cobardía al enfrentarnos a un problema es demoledora;
es como esa bola de nieve que si nadie la detiene, se hace tan grande 
que corremos el peligro de ser arroyados por ella.
Alguien me dijo una vez: 
“Cuando tengo un problema pienso como será ese problema dentro de un año”
y la experiencia le había enseñado que una vez transcurrido ese tiempo,
el problema había desaparecido o perdido toda su importancia, 
solo por el paso del tiempo.
Pensaré que ya ha transcurrido ese año. 
Y no cerrare la ventana, seguiré  mirando, porque ahora estoy convencido que cualquier día 
por esa esquina aparecerá una figura que yo estaré esperando.
El amor muere y nace cada día.

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