El
frío humedece la noche...
y los
sueños.
La
corta falda no cubre
los
relámpagos de una piel
ensuciada
en calles de pasiones
heladas.
El
recuerdo de las frías palabras
en
camas desnudas,
entristece
una más de sus madrugadas.
La
noche se resiste, y castiga sus caderas desiertas.
Anda
despacio, está cansada y no tiene prisa;
nadie
le espera, sus pasos acompañados
por
la madrugada dirigen la tristeza de su derrota.
La
lluvia blanca cubre su cara,
mientras
espera un taxi
que
la aleje de las sucias calles
sin
clientes,
solo
le queda el dinero.
Lo
demás, se lo han robado.