martes, 19 de enero de 2016

EL PAÑUELO

Tengo en mi pañuelo 
tus últimas lagrimas,
derramadas entre dudas 
y firmezas; tus ojos brillantes
y humedecidos,
oscurecían mi culpa.

No estaba mi pecho, 
donde se acunaban tus mejillas
para derramarlas, y las guardaste
en mi pañuelo para que yo las tuviera.
Yo era el causante, y ahora soy el guardián
de tus penas derramadas.

No hay nada que me duela tanto, 
como tus lagrimas en mi pañuelo.

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