jueves, 14 de marzo de 2013

LA VOZ CALLADA

Alguna vez visito una residencia de ancianos, donde hay restos de personas encerradas sin voz y sin esperanza.


Solo queda una ventana, una luna, una mirada,
un cansado desaliento, melancolía en el alma,
es una mueca paciente de una fe desamparada,
una flor que se marchita como la flor arrancada.

Lunas que ya no le esperan, 
que no despiertan el alba,
días de negro verano
le quitaron lo que amaba.

Tiene los cabellos grises, la piel curtida del tiempo.
Un hogar con sus recuerdos hechos con amor añejo,
un desván, una guitarra, canciones y trastos viejos,
un camino de traiciones le acercan al frío invierno.

Le quitaron su almohada, su traje viejo de pana
sus sabanas de franela, ¡hasta el sol de su ventana!
Le desnudaron el alma, le amputaron la esperanza
y falsos blancos cariños besaban su voz callada.

Sus pasos sin rumbo fijo, desiertos de hogar sincero,
vagan por pasillos nuevos que nada enseñan al viejo
son pasillos no elegidos en ninguno de sus sueños
sendas de un rito final que al final se lo impusieron

La luna deja el reflejo en sus sienes plateadas.
Sus días están contados, el, no cuenta para nada,
es reflejo en río en calma de triste agua enfangada,
la luna deja el reflejo en su voz abandonada.

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